Sekitumi

23 abril, 2006

VIVO EN UN PAIS BANANERO

Para vosotros, jóvenes inconformistas aburguesados: (podéis encontrar estos y otros temas, como el inconmesurable "Mi jefe" en "El infarto", segundo o tercer disco de Koma, reyes del metal norteño-destroyer)

UN PAIS BANANERO(R. Redin, B. Duque, N. Zabala)
Pobre pero honrao, tonto del culo. A este paso voy aganarme el cielo. Mire donde mire encuentro seguro zorrosdisfrazaos con pieles de cordero. Tierra prometida, tierrade promesas, donde el más enano se cree importante. Cadacuatro años cambio de imagen. Mierda seca al sol condesodorante ¡Qué felices todos ciegos, mudos, sordos! Vivoen un pais bananero. Vivo hasta que le pegue fuego. Entelevisión bustos sonrientes releyendo listas de versionesoficiales. Yo tolero, tu toleras, todos tolera mos. Y alque no tolere, cien años de cárcel. No te quedes solo,únete a la mafia, o vas a vivir debajo del puente. Pásatela vida dándoles las gracias, gracias por no darte todas enla frente. ¡Qué felices todos, ciegos, mudos, sordos!


Venga va, pongo también "mi jefe":
MI JEFE
Mi jefe viste bien, con los mejores trapos.Y luego me los dacuando ya son harapos. Encima quiere que le bese el culo.Yalgunas veces, que le coma algo más duro,Mi jefe pasa el díacontando beneficios. Me paga cuatro duros pa que aprenda eloficio. Tal como está la vida me dice el muy cabrón quebusque por ahí a ver si encuentro algo mejor.¿Qué se merecemi jefe? Mi jefe se merece un monumento en todo lo más altode¡ cementerio. Mi jefe tiene un coche de doscientoscaballos, Y a mí solo me llega para un motocarro. Declara aquien le escuche que sus posesiones las empezó a ganarrecogiendo cartones. Mi jefe lee libros de psicología:prepara por la noche las putadas de¡ día. Reparte puñaladascon una sonrisa y todo lo que diga, por supuesto, va a misa.Mi jefe hace deporte en el club de campo metiendo en unaujero bolas con un palo. Le cuenta sonriente a su amigo elbanquero que a esta juventud hay que darle pal pelo. Mijefe lleva, al menos, tres libros de cuentas: dos paradespistar y otro pa la parienta. Le van a nombrar el hombredel año. Toda la prensa dice que es un gran ciudadano. .

EL TRABAJO PERFECTO


Es cierto, los yanquis inventaron la bomba atómica, la democracia totalitaria, la doble moral, el exterminio mal justificado y representan el triunfo del capitalismo atroz y deshumanizador. Pero, cáspita, también inventaron la industria del cine, el rock y el periodismo "literario" (luego me fustigaré por usar etiquetas académico-casposas) y, en definitiva, un legado cultural que han sabido comercializar con habilidad pasmosa (y que en ocasiones resulta incuestionable e incluso inmortal, queridos quejicas del cine español). Si este arma de doble filo que es el periodismo guarda algún interés, es precisamente por la introducción de la subjetividad y la literatura en los géneros informativos tradicionales. Si algo dignifica a esta "profesión" es la posibilidad de compartir experiencias personales para elevarlas a una categoría colectiva, permitiendo crear un imaginario colectivo (adoro esta pedantería) que se nutre de vivencias ajenas.
Si aplicamos estas consideraciones al micro universo del periodismo musical, inútil y frívolo en el fondo, obtenemos artefactos tan sugerentes como el último libro que he leído: Pégate un tiro para sobrevivir, de Chuck Klosterman (Mondadori- Reservoir books).
El autor es crítico musical de la revista Spin, y cuenta, en clave de road movie pacífica, su viaje por las américas recorriendo lugares fetiche por haberse producido en ellos muertes relacionadas con la mitología del rock (Allman Brothers, Buddy Holly, Lynyrd Skynyrd, Kurt Cobain). El hallazgo, nada original pero llevado con gran eficacia, del libro, consiste en mezclar las divagaciones sobre la vidad sentimental de Chuck con sus observaciones sobre la cultura popular y las peculiaridades de cada lugar del país que recorre, acompañada de reflexiones musicales que surgen mientras conduce. A esto se añade, por supuesto, el pretexto original de bucear en la galería de aventuras fúnebres del rock y en su impacto, logrando algunos momentos ciertamente ingeniosos en torno a la construcción de una simbología de la vida y la muerte que la sociedad de masas ha conseguido hacer trascender. Al final de la lectura del libro se desprende una mezcla de amor y escepticismo por esa cultura, consciente el autor de que tal cultura es producto muchas veces de la arbitrariedad, al mismo tiempo que la dignifica como la respuesta más sincera de la gente "corriente" (entendiendo que el rock en los iuesei goza de un status impensable en nuestro querido país de folclóricas y artistas de la canción ligera de cortar y pegar).
Paralelismos entre los discos en solitario de los miembros de Kiss y relaciones sentimentales, apuntes sobre la personalidad específica de drogadictos específicos, radiografías de los ritos sociales de la América profunda, alegatos a favor de la superioridad de Led Zeppelin como mejor grupo de la historia (desde luego) y la verborrea tarantiniana tan típica, y tan reveladora, del fin de siglo yanqui. Todo esto y más aparece reflejado en un libro dotado de un ritmo adictivo (pura herencia de beatniks y periodismo destroyer en general) y que hace gala de una gran capacidad para empatizar con el lector (siempre que estés dispuesto a sumergirte en el universo pluri- referencial que se propone). Ideal para amantes de la cultura popular de finales del siglo XX, del rock, de la introspección sarcástica (otra de las armas del libro) y, en definitiva, de los viajes interiores y exteriores. Una gozada.

20 abril, 2006

Meursault, el extranjero...

A veces pienso que me gustaría ser como Meursault, ese personaje de El extranjero, de Albert Camus, que tanto me impactó y al que, una vez lo has conocido, tienes presente en curiosos momentos de tu vida. Como ahora.
Puede resultar extraño que alguien quiera parecerse a él, este ente sin ideas, sin sentimientos que le hagan divagar, sin capacidad de enamorarse...y, quizás como consecuencia de esto, alguien sin problemas, acostumbrado a hacer lo que le parece sin pensar en qué consecuencias tendrán sus actos. Camus precisamente quería presentarnos lo que nadie querría ser pero, a la vez, todos podemos ser en algún momento. Lo trágico de un espectro escéptico, una persona sin ilusiones, inmerso en una carencia de todo, en la tenencia de nada, en un pasajero de la vida que nace y muere sin más.
A veces pienso que me gustaría ser como Meursault, ser justo lo contrario de lo que soy ahora y sentir por un momento la nada, la ausencia de pensamientos sobre las consecuencias que tendrá todo aquello que digo, lo que callo, lo que hago y lo que amo.
A lo largo de los años me he cruzado, en varios casos intensamente, con algunos "Meursaults". Al igual que me pasó con la novela, no he sentido rechazo hacia ellos, a pesar de que su forma de ser o, mejor, su no ser, fueron haciendo que yo sintiera, hablara y actuase por ellos. Yo como un ser doble, un doble dilema. Al final de ese intento de leer en su mente, al igual que leí en la mente de aquel Extranjero de Camus, sólo llego a sentir frustración porque lo intenté y no pude. Pena por ellos. Pena porque quizá me atraen los que no son como yo y simplemente pululan.
A veces pienso que me gustaría ser como Meursault. Caer en el absurdo, en la alienación, la ausencia de desencanto, estar aquí. Sin más.
Sé cómo es vivir pendiente de justo todo lo contrario, intentando llegar a algo, molestándome en razonar, en hablar acerca de todo aquello que me indigna, en investigar los motivos de lo que sucede, en llegar antes que los relojes, antes que un viento que partió antes que yo y no quiero que me alcance. También sé lo que es ganar al tiempo, frenar el viento y disfrutar riéndome mientras me sopla a la cara y espera impaciente que lo vuelva a soltar. Después puede que el dilema me vuelva a doblar y, es entonces, cuando imagino que me gustaría que nada me afectase, sólo dejar que todo pase y nada importe, como el protagonista de Camus.
A veces pienso que me gustaría ser como Meursault. Pero sólo a veces...