Sekitumi

20 febrero, 2006

GENERACIÓN GENOCIDA II

Los protagonistas del momentazo Seattle fueron, son y serán los inductores de la pasión por la música que constituye uno de los motores de mi vida. A continuación daré un breve apunte sobre mis favoritos. No están todos, pero los que están son imprescindibles (jodeos, fans de Pearl Jam):
NIRVANA: ¿qué puedo decir? el grupo que me enseñó a amar la música y comprender su inmenso poder curativo ante la mierda que subyace en esto que hemos convenido en llamar vida. Imposible expresar más con menos acordes. El desgañite mental y cantor de Kurt Cobain todavía nos golpea donde más duele (y recordar también la privilegiada proliferación de voces extraordinarias entre estos grupos).
MUDHONEY: los papás putativos del invento, y los menos poperos, lo cual explica su escaso éxito a nivel masivo. Su sonido es corrosivo y rotundo como pocos, siendo los mayores cultivadores del punk y la psicodelia ruidosa del momento. Mención especial para Mr. Mark Arm y su voz descomunal, directamente sacada del frenopático, y a los intrincados juegos de distorsiones entre las guitarras. Pura subterraneidad y siempre efectivos.
SOUNDGARDEN: no sé que decir ante uno de los diez mejores grupos de la Historia. Supieron evolucionar desde un heavy primario y denso hasta su maravillosa trilogía final, donde el arco de orientaciones de su sonido se vuelve estremecedor, duro, sensible, introspectivo, tímido, épico y evocador. El grupo que mejor transmitió la atmósfera húmeda y sombría del final de siglo. Y con Dios al micro: Chris Cornell, hoy lejos de su mejor forma, pero indiscutible poseedor de la voz más salvaje y bella del momento. Claro ejemplo de cómo poner la pericia instrumental al servicio de las emociones.
ALICE IN CHAINS: si no hubiese escuchado primero a Soundgarden, diría que este grupo es el noqueador de espíritus por excelencia. Menos diversos en estilo que Soundgarden, suponen otra interpretación del mundo sombrío e introspectivo del grunjerío. La angustia se enfoca esta vez desde la autodestrucción provocada por la heroína. En Layne Staley encontramos la voz más conmovedora, desgarrada y sincera del rock de los últimos veinte años. Su potencia sólo es superada por el desamparo absoluto que transmiten las maravillosas, agónicas e imaginativas atmósferas ideadas por el mago Jerry Cantrel. La escucha de Junkhead resulta el mejor reportaje nunca hecho sobre el abismo de la autodestrucción y la paranoia.
SMASHING PUMPKINS: imaginen la confusión y la pérdida de papeles que provoca esto en un mierda de 16 de años, hablando desde la voz de la experiencia. La montaña rusa de emociones en la que te sume el calvo de Chigago deja huella si se escucha a tiernas edades, merced a una calculadísima mezcla entre el tormento y el éxtasis. Sus discos son una contínua subida y bajada, bien apoyada en un superlativo talento compositivo. Los únicos que pude ver en directo. Pelotas directamente al suelo.
SCREAMING TREES: junto con Mudhoney, los más injustamente ignorados. La banda del imprescindible señor Lanegan es la menos rompedora en sonido, e inversamente proporcional a su impacto anímico. Su música huye de la desmesura de otras bandas compañeras, para ser la más sobria y madura de todas. La melancolía otoñal, los punteos hendrixianos y la belleza de las composiciones son sus poderes, unidos a la voz profunda hasta el paroxismo de Mark Lanegan, paradigma de los maravillosos efectos del tabaco sobre la voz. Una sóla nota cantada por este hombre posee más aroma y sabiduría que cierto mesías irlandés con complejo de superioridad.

GENERACIÓN GENOCIDA I

Las modas y las etiquetas musicales suelen ser un camino fácil para etiquetar ciertas generaciones de grupos y de estilos musicales, con la arbitrariedad que eso conlleva; no obstante, el ser humano sólo puede concentrar al 100% su atención durante 90 minutos, por eso tales etiquetas suelen ser útiles sólo para desgranar elementos mucho más complejos si se toman uno a uno. La etiqueta "grunge" fue otorgada por la prensa musical, allá por los años 90, a una hornada de bandas de rock estadounidenses que, con origen en el Estado de Washington y los aledaños de la desapacible Seattle, estaban llamados a reescribir la ética y la estética del rock duro y el punk rock setenteros. El triunfo comercial de algunas de ellas marca la salida a la superficie mainstream del llamado "rock alternativo", marca hoy prostituída hasta la naúsea por la industria. El estallido de los sonidos duros y fríos para el gran público tuvo su catalizador en el inesperado pelotazo que Nirvana protagonizaron con el éxito de Nevermind. A partir de ahí, todo sello se lanzó a la caza y captura de sus propios nirvanas, en un fenómeno contradictorio al radicalismo sonoro de muchos de esos grupos.
Tal éxito se explica por la aparición de un nuevo público criado a caballo entre el rock setentero y el descreimiento del punk, unido al progresivo estado de pasividad y desorientación que sume a la generación hija del hippismo la pérdida de valores y causas por las que luchar.

Hoy queda poco de ese conato de revuelta del mercado musical. Pero el legado estético y sentimental se atisba en nuevas tendencias, las cuales, en unos años, seguro que reinvidicarán esa especial sensibilidad como el culmen de una manera de entender el rock que quizá no daba más de sí. Sobra decir que para mí todavía no se ha vuelto a ver semejante desfile de genialidad tan agolpado. Generación coherente o simple fruto de la casualidad, la mezcla, como digo, de rock ledzeppeliano, heavy primitivo, los Stooges, Pixies y pop tradicional dieron como resultado una época (perdón por el tópico) irrepetible. Los ingredientes: melancolía, frustración, éxtasis, angustia, rabia y experimentación a un nivel asequible.
Los resultados, en breve.

19 febrero, 2006

Carteles de la Guerra: trazos desde el infierno










16 febrero, 2006

ESPAÑA SE ROMPE (¡YUUUJU!) Y 2

Pero la abyección de tales propósitos cobraba un dramático giro cuando el ataque neo-bolchevique se centró en las juventudes nacionales. Lucifer, tridente en ristre, proponía esta vez la erradicación del espíritu cristiano de la escuela pública, defendiendo un estéril patriotismo constitucional según el cual Iglesia y Estado deben tomar caminos separados, ignorando la obligación, que no derecho, que tienen los buenos ciudadanos de propiciar lo que es alto designio de la Providencia: la perpetuación de un mundo de valores centrados en creer sólo lo creíble.
Tras atacar a la juventud, tocaba el turno de los padres. La figura del padre de familia, trabajador, diligente, y de cuyo esfuerzo se predicaba el pan de la familia, veía su honor mancillado por una ley que lo criminalizaba y le culpaba de maltratar a la mujer del hogar cuando la conducta de ésta se desvía de sus obligaciones innatas. Si es que van provocando, vamos hombre.
A pesar de esta cabalgada sin retorno al infierno, quedaba aún un oscuro designio por cumplirse. Los separatistas vascos y catalanes contaban con el apoyo del gobierno del Mal para acabar con la unidad de la patria, la misma que les amamantó y cobijó como la loba con Rómulo y Remo. Los vascos conseguían al fin que la nación cediese ante el chantaje de terroristas marxistas. Y los catalanes obtenían un nuevo Estatuto de Autonomía que les permitía exprimir al resto de españoles cual sheriff de Nottingham a los alegres burlones del bosque de Sherwood.
El panorama actual es desolador. El uso de las armas del oponente (pancartas, libertad de expresión) no dan el resultado deseado, ya que su naturaleza es intrínsecamente pecaminosa. La recogida de firmas sobre las Sagradas Escrituras tampoco parece surtir efecto. El espíritu del cruzado que todo español lleva dentro de sí, como valientemente recordó el mártir caído en desgracia Teniente General Mena, resucita en nuestra hora más oscura. Es hora de defender los valores que han hecho de esta nuestra patria la más avanzada de Occidente.

ESPAÑA SE ROMPE (YUJUUU!)



Como todo buen español de orden, patriota y de misa diaria sabe, España, nuestra piel de toro, se rompe. Tal calamidad sólo podía ser obra de esa pérfida albión llamada ZP, el cual, como todo español de ley sabe, usurpó la presidencia de España al único candidato tocado por la mano de Dios para tan sagrado cargo. Calígula, en miserable alianza con unos fanáticos adoradores de un Dios falso, dio un golpe de Estado que constituía el primer paso hacia la plena realización del culmen de la maldad: romper la unidad indisoluble de unagrandeylibre. La primera maniobra desestabilizadora fue la aprobación del matrimonio entre desviados amantes del mismo sexo. No sólo se glorificaban unas prácticas que la naturaleza obra del Altísimo rechaza, sino que además esas familias nuevas, hijas del pecado, percibirán una parte del gasto social que antes se destinaba a la familia católica y verdadera. El siguiente paso en esta suerte de hermana bastarda de la conspiración judeo-masónica de la que ÉL nos liberó, fue reubicar unos papeles honorablemente captados durante la cruzada contra el peligro rojo para depositarlos en el feudo de los separatistas que no aman a España. Con el agravante de que el asunto de los papeles y archivos históricos es la primera preocupación de los hijos de Isabel y Fernando. Luego vino esa maniobra de manipulación de la verdad histórica mediante la cual se pretendía indemnizar a aquellos que sucumbieron ante la imposibilidad de convertir a España en un satélite soviético. (To be continued...)

MI HÉROE


Qué momento cundo mamá me llevó, con seis añitos, a ver la peli de Batman al cine (la primera de Tim Burton, of course). La fascinación que sentí por dos horas me desvirgó el cerebro lo suficiente como para nunca olvidar el estado casi mágico en el que te sume la sala oscura. Batman es mi personaje de cómic favorito desde chinorri. La estética de la historia me subyugaba casi hasta la obsesión, era un universo mágico a partir de una visión hiperrealista, por raro que parezca. Ese primer contacto me lo otorgó el mago Burton, a partir del cual creció mi afición por unos volúmenes que actualmente me obligan (por su acumulación) a dormir en la bañera.
Como ya sabéis, Batman, es Bruce Wayne, hijo de una rica familia de médicos de la ciudad de Gotham (un cruce entre la estética de Chicago, Londres y la violencia de Los Ángeles). Una noche, al salir del cine con sus padres, un atracador asesina a sendos progenitores de nuestro héroe. El trauma ocasionado le llevará a jurar venganza e impartir justicia disfrazado de su propio miedo infantil: los murciélagos.
La preparación mental y física para tal desempeño supera los límites de lo racional, ya que estamos ante un personaje atormentado y roto psicológicamente. A lo radical del plantemiento del personaje le acompañan (desde la relectura suprema de Miller en El regreso del Señor de la Noche) una estética fiel reflejo del tormento del personaje, y que tan bien supo ver Burton. Es un héroe violento (las hostias que reparte son de espanto), sin vida privada, cegado por una obsesión que le impedirá volver a ser feliz. Sin embargo, esto contrasta con su férreo sentido de la justicia, de la indefensión de los débiles y la necesidad por cambiar las cosas (a su manera, claro). Batman no es el lacayo neo cristiano que pudiera ser Superman, su vocación no tiene que ver con poderes sobrenaturales, sino con una pasión tan humana como la venganza. A pesar de las interpretaciones que lo tachan de fascista, colabora con la policía y nunca mata (Burton reflejaba lo contrario). Sus pasiones son las propias de un personaje mitológico, dimensión conseguida gracias a unos inolvidables secundarios y a una galería de villanos que simbolizan las aristas de la psique humana. Ni Spiderman ni pollas: éste es el héroe más humano de todos, ya que sus poderes sólo nacen de la abnegación y el afán por construir un mundo a su medida.
Postdata: son de obligada lectura: El regreso del Señor de la Noche y Año Uno (ambos de Frank Miller), La broma asesina (si fuera un asesino, elegiría ser el Joker) y Arkham Asylum (el más directo en describir la paranoia posmoderna en la que vive el personaje).
Y si no tengo el carnet de conducir es porque el Batmóvil no se construye en serie. Un héroe con ese buga sólo puede ser el mejor.

CÁGATE EN LA PATRIA, MAS NO ESTIRES LA PATA

Qué susto cuando hace un par de semanas le dio un amago de chungazo al mentor de algunos de los que aquí escriben. Brevemente: a un estimado profesor de la facultad de terrorismo le sobrevino una repentina insuficiencia respiratoria mientras daba clase; dicha circunstancia se resolvió felizmente horas después, tras unos momentos de verdadera tensión. Normalmente, el estado de salud precario de un profesor me importaría tanto como la championlí (un carajo). Pero la mera especulación acerca de la pérdida de un profesor como el que nos ocupa (Pizarroso) implicaba una irreparable lesión al destroyer que todos deberíamos llevar dentro. Nuestro hombre es un verdadero agitador de conciencias, insolente, provocador, irreverente, egocéntrico y, como resultado natural, genial. Sus clases son una montaña rusa de emociones y apelaciones al inconformismo, lo cuestionable de nuestro mundo y nuestras propias convicciones. A priori, su perfil encaja con el del intelectual incansable y, a pesar de lo desvirtuado del término, "bohemio". En apariencia, su speech contra las patrias, filiaciones políticas y subnormalidades de todo tipo (¿furgol again?) constituyen la manera más obvia de provocar a las mentes más uniformadas del universo estudiantil. Nada de eso. Una vez superada la aparición chocante del personaje que, como todo intelecto superior, interpreta, hallamos a la inquietud personificada, al profesor que lo que menos le importa es la repetición memorística de las ideas. Una figura, quizás, hoy perdida en medio del pragamatismo insulso que contamina nuestras existencias de corderillos camino del matadero. Porque este hombre no transmite conocimiento, sino vida. La que le deseamos todo el tiempo que haga falta. Son muchos los traseros que quedan aún por pisotear, maestro.

15 febrero, 2006

Cuando la inspiración ha huído

Ante el estado de inconsciencia en el que me hallo sumida últimamente, os animo a que leáis a Juan José Millás. Qué mejor opción para no dejar este blog abandonado por culpa de la falta de creatividad que nos ahoga en estos días inciertos -como decía la canción-, estos días de crisis de identidad, de falta de trabajo, de qué será de nosotros... Bueno, en realidad, también se está bien ejerciendo de parásitos por un tiempo. Espero que sólo un tiempo.
Os dejo con el maestro.

Manos

Un hombre o una mujer sin manos no se puede lavar la cara, ni atarse los zapatos, ni desabrocharse el uno al otro la camisa. No pueden mesarse los cabellos, ni taparse los oídos, ni abrir un libro, ni tomar una pluma. No pueden leer ni dibujar el rostro que acarician, ni quitar las legañas a un bebé. No puede, al salir de una pesadilla, frotarse los ojos con alivio, ni colocar la palma o el envés sobre la frente de su hijo para medirle la temperatura. Ni comprobar el grado de dureza de una fruta, partir el pan, recorrer con la punta del índice los versos de un poema. Ni señalar podrían un pájaro en un árbol, una libélula sobre el estanque, un dolor en un punto concreto del pecho o la garganta. No podrían sin manos una mujer o un hombre sacar un conejo de la chistera ni unas monedas del bolsillo ni pintarse las uñas, ni clausurar los párpados de los padres fallecidos con los ojos abiertos. Unos adolescentes sin manos no pueden masturbarse ni cogerse de la cintura, ni retirarse el pelo de la frente, ni quitarse los granos de la cara. No pueden sostenerse la cabeza al llorar, ni encender los primeros cigarrillos, ni alcanzar aquellas zonas del otro en las que el único órgano de visión competente son las yemas de los dedos. Un bebé sin manos no tiene dónde almacenar la memoria de la ropa interior de su madre ni la textura de sus pezones. Aún así, hay lugares en los que las manos no valen nada. Las cortan como quien poda, arrojándolas al medio de la calle, donde los soldados las pisotean con la neutralidad asombrosa con que nosotros pisamos las hojas del otoño. No cabe imaginar mayor crueldad ni lobotomía tan eficiente como la de arrancar del cuerpo las manos espantadas. Quizá no nos la merezcamos, al menos mientras nos quepa en la cabeza la posibilidad de que otros vivan sin ellas.

04 febrero, 2006

Quiero ser un caracol. Y vivir en una lechuga.