Sekitumi

07 junio, 2007

JACK, TE QUEREMOS (AVISO, CONTIENE SPOILERS)


Es evidente, he vuelto, no sé si para quedarme. Vuestras patéticas existencias vuelven a tener sentido, subordinadas a una causa mayor que trivializa las dificultades del día a día. Según Alan Moore, algo parecido se le pasó por la cabeza al primer asesino en serie de la historia contemporánea, mi querido Jack el Destripador. Mi toma de contacto con Jack, o sir William Gull, tanto da, se remonta a un telefilm, no demasiado chungo, que emitía Antena 3, con el gran Michael Caine interpretando al investigador del caso. Pero lo que me gustaría es dar un repaso a la mastodóntica y absolutamente GENIAL reconstrucción que Mr. Moore realizó en From Hell, novela gráfica insólita en cuanto a extensión, rigor y significados. Al igual que en la ya comentada V de Vendetta, Moore reincide en la visión de un Londres tortuoso, escaparate del horror humano. Si en la primera se planteaba un futuro cercano y asfixiante, en esta ocasión somos transportados a la fascinante era victoriana (creo recordar que el primer destripamiento ocurre allá por 1888). Sobre dicho momento, el guionista realizó una labor de documentación asombrosa para atar los cabos más creíbles sobre la verdad del mito, así como para indagar en el espíritu podrido y clasista del Imperio de su Graciosa Majestad. Es obvio que el resultado es tenebroso y asfixiante, colaborando en ello el dibujo desarreglado, y cercano al boceto en lápiz , de Eddie Campbell.


Os joderé la trama: sir William Gull es un experto cirujano al servicio de la Corona, y perteneciente a la Masonería, aquellos señores que tanto odiaba el particular destripador que sufrimos por estos lares, tiempo ha. Sus servicios son requeridos cuando un grupo de prostitutas de Whitechapel chantajea a la Corona, ya que una compañera ha dado a luz un bastardo real, cortesía del fornicador compulsivo que la Reina tiene en su sobrino (¿o era su nieto?). A partir de aquí se abren varios frentes. De un lado, el costumbrismo, rayando el naturalismo, a la hora de narrar la cotidianeidad de las meretrices. La suciedad ambiental y física de esta línea argumental es sobrecogedora, encuentro sexuales incluídos. De otro lado, estaría la investigación de Scotland Yard, cuyos jefes putean desde el principio al investigador al cargo, con pistas falsas y sospechosos múltiples. Especialmente relevante es la acción de la prensa, ya que es un plumilla el creador del mote de el destripador. Finalmente, el nexo de todo: sir William Gull, alias Jack el Destripador. Un iluminado con el que Alan Moore simboliza el inicio del siglo XX, el más caótico de la Historia. Desde un principio asistimos a sus alucinaciones pueriles, que serán canalizadas, ya adulto, por la masonería. En el seno de la organización recibirá el encargo de atajar el escándalo real desde la base, convencido de que tal empeño representa el paso definitivo. Un peldaño hacia la conclusión del gran proyecto masón hacia una nueva realidad mundial, sustentada en la idea de que el tiempo es una espiral cíclica. Este aspecto es el más complejo y fascinante de la novela, ya que nos adentra de lleno en la filosofía que inunda el pensamiento masón.


Las atrocidades del serial-killer son ilustradas con estética expresionista, anticipando los actos de acuerdo a la ritualidad que el bisturí de Jack les otorga. El ahogo en que en lector queda sumido en estas ceremonias de la muerte son antológicas, demostrando Moore un talento narrativo excelso. Talento extensible a los análisis sociológicos de la época que aparecen en todo momento a través de las secuencias con las prostitutas y la policía o, sobre todo, con el acoso realizado contra un profesor homosexual para hacerle cabeza de turco. Dentro de la fiesta del terror que vemos, esta parte me dejó especialmente conmocionado por la vileza atribuída al Estado en su carrera por ocultar las intolerables impurezas de la Casa Real. Así, la lucha de clases, los prejuicios morales y la ilimitada capacidad para el mal que atesora la humanidad se concretan en el desparrame de vísceras que observamos, incrédulos, en el último crimen. Dicha escena está pringada de la alucinógena clarividencia con la que Jack interpreta sus actos. Actos que destilan la terrible conclusión: la violencia desatada da el pistoletazo de salida, como ya he dicho, al siglo XX, con sus variables mediáticas y políticas.


Arrollado por un tren de mercancías. Así es como me sentí al acabar esta obra de arte, que, particularmente, considero lo mejor que ha hecho Moore, lo cual es mucho. Animo a todo el que haya aguantado esta torpe disertación hasta el final a que se acerque y lea From Hell. Y, por favor, no os sintáis culpables si acabáis siendo devotos de esta oda al mal en estado puro. Es lógico.